El texto a continuación fue seleccionado para la apartura del evento "Kilombo Queer - IV Edición", llevado a cabo en Teatro Espacio Tole Tole (Pasteur 683, C. A. B. A.) el día 31 de octubre de 2015 e interpretado por la actriz Rosario Sabarrena.
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Me
llamo Rosario y no existo. O sea sí, existo, no soy una sirena. Existo pero no,
como la envidia sana. Existo de vez en cuando, mejor dicho. Y el problema con
los de vez en cuando es que no dependen de mí, sino de ustedes.
Ustedes
no me dejan existir, hijos de puta, y miren el esfuerzo que estoy haciendo por
parecer lo más real posible. Vení, tocame acá, ¿viste que sí existo? No soy
un fantasma. Bah, hasta los fantasmas existen más que yo. Pero acá el mambo es
distinto: yo no existo porque soy bisexual.
¡Ajá!
¡Así los quería agarrar!
¿Sabés
la cantidad de veces que me dijeron en la cara que no existo? Porque ustedes
creen que la bisexualidad no existe. Si sos mujer y bisexual, no sos bisexual,
sos una fiestera. Y si sos hombre ni
te digo, ¡sos un puto traumado! Y si
sos trans y bisexual… ay, no sé, ¡sos un
alien!
Hay dos
formas de existir: por consciencia propia y por consciencia de los otros. Y mi
consciencia está diez puntos, eh. Yo sé que existo. Existo cada vez que abrazo
a un hombre o beso a una flaca, existo cuando la piba me toca las tetas
o cuando el pibe me hace la cena y existo también cuando ella me lee o cuando
él me muerde el cuello y me deja marcas que al otro día tengo que andar cubriendo
con el pañuelo de seda que heredé de la abuela. Así de mucho sé que existo, el
pañuelo que cubre el beso es prueba suficiente. Y ella y él me hicieron sonreír
de igual manera y de los dos me enamoré. Y enamorarme también prueba mi
existencia.
Acá el
problema es la consciencia del otro, esa consciencia cuadradita, como box de
call center, como monoambiente de microcentro. Y yo no entro en ese cuadrado
porque soy círculo y triángulo al mismo tiempo. Y vos me venís a mirar a los
ojos y decirme “¡la bisexualidad no existe!” sin darte cuenta de que con cuatro
palabras de mierda desmoronaste mi existencia, mi construcción, mis círculos y
mis triángulos que no caben en tus cuadrados.
Amás
las etiquetas pero esta no te cabe, y cuando te digo que soy bisexual ponés
cara de que te preguntaron cuánto es 432 dividido 29, así mira, los ojitos
chiquitos y llenos de duda, mirándome con desconfianza como si sospecharas que
fui yo la que te afanó la porción de lemon pie que dejaste en la heladera.
Pero yo
sí existo y amo y amar es prueba de existencia, no importa a quién. Y coger
también es prueba de que existo y tampoco importa con quién. Bah, a mí no me
importa con quién, se ve que a vos sí. Se ve que mi libertad es una trampa
mortal para la moral sensible y al final la culpa es mía por no ser o círculo o
triángulo. Yo existo. Vení, tocame. Soy círculo y triángulo al mismo tiempo. Y
es así porque digo yo. Porque al fin y al cabo nunca vamos a poder ser nada
para nadie si primero no somos todo para nosotros mismos, ¿no?
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