Árbol Gordo Editores

domingo, 10 de julio de 2016

Árboles de carne y hueso

Qué sé yo de ese campo ancho que se aprieta adentro de tu cuerpo, mar rojo de tierra fértil donde las flores nuevas se ponen de pie para decirle a los hombres que no teman, que seguimos vivos, que seguimos viniendo al mundo; huestes de la misma sangre que los parió.
Qué se yo de las microalmas, como estrellas diminutas, que cuelgan del cielo nocturno que se despereza en tu vientre y brillan suavecito, tímidas, aguardando el milagro de abrir los ojos para poder ver el mar bravo que lame la arena de la playa o acaso el otoño que murmura, naranja, besando las copas de los árboles de la plaza.
Qué se yo de la saliva que se hunde en la rigidez de tu garganta cuando esa humedad espesa te abraza los muslos por primera vez, una siesta cualquiera, sobre la hamaca de pino que las manos amorosas construyeron para la niña tibia que ahora es mujer de fuego.
Qué se yo, pero quiero saber. Quiero conocer el truco de magia de la caja donde cae la semilla para que crezcan árboles de carne y hueso y sangre, tanta sangre y vida, que hasta ha pintado estas mejillas con el color de las entrañas de los frutos del guayabo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario