Árbol Gordo Editores

sábado, 26 de noviembre de 2011

El Príncipe Azul y el Gordo en Colectivo.

"Te quiero", "Quiero que pasemos el resto de la vida juntos", "Viví conmigo": ¡por Dios! ¿Qué les pasa a los pibes hoy en día? Son más tristes que una canción de Ricardo Arjona cantada por un enfermo terminal en un cumpleaños en Formosa.
El despecho siempre nos lleva a pensar que a los hombres ya no se les puede creer nada.
No sé si es porque la nueva era de la tecnología hace que la gente se aburra más rápido o porque de chiquitos fueron expuestos a la radiación, la cuestión es que el mismo pelotudo que hoy te dice "te amo", al otro día te dice "no puedo más". ¿No podés más qué?
El mundo ha sido invadido por bipolares que un día prometen amor, te dedican canciones y pajas, y al otro te tiran indirectas para que te des cuenta de que, aunque cojas muy lindo, el show debe continuar y aún quedan muchos otros por conocer.
No me parecen mal las relaciones esporádicas. De hecho, muchas personas se sienten cómodas así. Mi problema es que la gente no sabe como manejarlo. Si estás por dejar a alguien un mes después de prometerle amor eterno, ¡mínimo tenés una patología campeón!
Uno es esclavo de sus palabras. Evidentemente, algunos han sido tan fuertemente azotados por las palabras que quedaron medio opas.
Y uno se va armando como una coraza, ¿no? Igual, las corazas están buenas (¡yo quiero una con strass, canté pri!), pero también pueden resultar perjudiciales para la salud y el bienestar emocional y sexual.
Establezcamos una cosa: el príncipe azul no existe. Besar sapos no funciona. Antes, cualquier doncella se comía una manzana envenenada, pancha, total en cualquier momento aparecía el boludo en el caballo, cruzando un bosque embrujado, para rescatarla. ¡Y encima el príncipe estaba bárbaro! Ahora no conseguís que un gordo hijo de puta se tome un colectivo para venir a verte.
La solución a todo esto es no dar más de lo que te ofrecen. Incluyendo el culo. Si le gustás, que se le note. Si quiere estar con vos, que sude. Si te promete amor eterno, que te alquile el departamento. Una vez, un pibe muy sabio me dijo "no se puede vivir sólo del amor". Cuánta razón tenía. Uno se imagina a sí mismo colgado entre lianas y comiendo bananas con el potro de Tarzán, total mientras haya amor, está todo bien. Después se hace de noche, te pican los mosquitos y querés largar la selva a la mierda.
Si bien cuesta un poco sobreponerse de esta gente tóxica (le robo el término a Stamateas, ¿ya soy un pelotudo?), debemos ser conscientes de que la vida continúa, pitos hay para tirar para arriba, y para enamorarse uno tiene que tomarse el tiempo de análisis necesario. No podés andar entregándole el corazón, mucho menos el culo, a cualquier pajuerano que aparece y te dice que nunca conoció a nadie como vos. ¡Sean precavidas, hadas! No gasten toda la brillantina en un sólo tipo.
Buenas tardes.