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lunes, 2 de noviembre de 2015

No existís

El texto a continuación fue seleccionado para la apartura del evento "Kilombo Queer - IV Edición", llevado a cabo en Teatro Espacio Tole Tole (Pasteur 683, C. A. B. A.) el día 31 de octubre de 2015 e interpretado por la actriz Rosario Sabarrena.
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Me llamo Rosario y no existo. O sea sí, existo, no soy una sirena. Existo pero no, como la envidia sana. Existo de vez en cuando, mejor dicho. Y el problema con los de vez en cuando es que no dependen de mí, sino de ustedes.
Ustedes no me dejan existir, hijos de puta, y miren el esfuerzo que estoy haciendo por parecer lo más real posible. Vení, tocame acá, ¿viste que sí existo? No soy un fantasma. Bah, hasta los fantasmas existen más que yo. Pero acá el mambo es distinto: yo no existo porque soy bisexual.
¡Ajá! ¡Así los quería agarrar!
¿Sabés la cantidad de veces que me dijeron en la cara que no existo? Porque ustedes creen que la bisexualidad no existe. Si sos mujer y bisexual, no sos bisexual, sos una fiestera. Y si sos hombre ni te digo, ¡sos un puto traumado! Y si sos trans y bisexual… ay, no sé, ¡sos un alien!

Hay dos formas de existir: por consciencia propia y por consciencia de los otros. Y mi consciencia está diez puntos, eh. Yo sé que existo. Existo cada vez que abrazo a un hombre o beso a una flaca, existo cuando la piba me toca las tetas o cuando el pibe me hace la cena y existo también cuando ella me lee o cuando él me muerde el cuello y me deja marcas que al otro día tengo que andar cubriendo con el pañuelo de seda que heredé de la abuela. Así de mucho sé que existo, el pañuelo que cubre el beso es prueba suficiente. Y ella y él me hicieron sonreír de igual manera y de los dos me enamoré. Y enamorarme también prueba mi existencia.

Acá el problema es la consciencia del otro, esa consciencia cuadradita, como box de call center, como monoambiente de microcentro. Y yo no entro en ese cuadrado porque soy círculo y triángulo al mismo tiempo. Y vos me venís a mirar a los ojos y decirme “¡la bisexualidad no existe!” sin darte cuenta de que con cuatro palabras de mierda desmoronaste mi existencia, mi construcción, mis círculos y mis triángulos que no caben en tus cuadrados.
Amás las etiquetas pero esta no te cabe, y cuando te digo que soy bisexual ponés cara de que te preguntaron cuánto es 432 dividido 29, así mira, los ojitos chiquitos y llenos de duda, mirándome con desconfianza como si sospecharas que fui yo la que te afanó la porción de lemon pie que dejaste en la heladera.


Pero yo sí existo y amo y amar es prueba de existencia, no importa a quién. Y coger también es prueba de que existo y tampoco importa con quién. Bah, a mí no me importa con quién, se ve que a vos sí. Se ve que mi libertad es una trampa mortal para la moral sensible y al final la culpa es mía por no ser o círculo o triángulo. Yo existo. Vení, tocame. Soy círculo y triángulo al mismo tiempo. Y es así porque digo yo. Porque al fin y al cabo nunca vamos a poder ser nada para nadie si primero no somos todo para nosotros mismos, ¿no?

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