Nos guarecemos bajo un techo de lapacho y el sol hirviendo nos perdona un rato. Nos sentamos en ronda. Ahí nomás, el sonido del termo lleno de jugo y hielo se apodera de la siesta. Hacete un tere, un tere de limón, un tere de agua con cedrón. Nuestra orilla del mundo toma mate frío para que no le falte el aliento cuando el mediodía se pone bravo y las chicharras se quejan abrazadas a las ramas. Al tereré lo tomamos todos. Los ricos y los pobres, los negros y los blancos, los que viajan en el 8 cartel verde y los que conducen un Audi. El tereré nos vuelve horizontales un rato, nos regala identidad.
Hace poquito abrieron un shopping en Resistencia y allá el tereré está prohibido. El tereré y la torta parrilla, porque son cosas de pobre, ¿vio? De ñeri, angaú. Allá se toma Coca Cola y se comen hamburguesas carísimas y de mentira, ndayé. El tereré es para llevar a la salita poriahú donde faltan medicamentos, a la escuela donde no hay ventiladores, al hospital lleno de profesionales que no cobran, a la comisaría levantada a la vera del camino de tierra, trampa mortal en días de lluvia. El tereré es para los lugares donde no miramos, porque es de pobres, y a los pobres no se los mira. El shopping (construido por manos que ceban tereré) se lleva un pedazo grande de tierra, alwa-Chacú, pero no negocia con sus costumbres. El mall está dentro de Resistencia, pero a miles de kilómetros de los resistencianos. O los "resistentes", como me gusta decir a mí. No me inviten, yo no voy al shopping, yo prefiero la sombra del lapacho de este patio ancho que no quiere hacerme creer que mis costumbres dan vergüenza.
HERMOSO!!!
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