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domingo, 10 de julio de 2016

Las manos que ya no tiemblan

Por cada uno que maten, cientos de otros nos pondremos de pie. El amor será para siempre nuestro chaleco antibalas. Nos encontrarán en cada rincón de la ciudad, existiendo a los besos. Resistiendo a los besos.
Nos daremos las manos, que ya no tiemblan. Ninguna mano tiembla cuando empuña los dedos de otra mano, que acaricia el pelo alborotado y dibuja, con las yemas, el contorno del rostro que sonríe cuando nos ve dormir. Ninguna mano tiembla cuando sube el cierre de ese vestido que viste el alma, no los genitales, y que por más ceñido que sea, tiene unas alas enormes que jamás verán porque tienen los párpados llenos de pólvora y miedo.
Cómo les parecerá de peligrosa la libertad, que hasta las armas han tomado para salvarnos de ella.

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