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domingo, 10 de julio de 2016

Oriental

Para Lyla Peng

Celebro las almendras que se dibujan en el contorno de tus ojos, jamás solamente tuyos, pues son fractales de geometría ausente multiplicados por millón, como las flores de ciruelo, en los rostros de las mujeres poderosas que alimentaron tu herencia. Me conmueve esa sensualidad de crisantemo que no necesita desvertirse para saberse cierta y estira los pétalos para abrazar la luz del sol. Acaso como el ginseng, tu carne envuelta en banderas, qipao, sabe más de curar el corazón que la desnudez que otrora los maestros disfrazaron de divinidad para celebrar. Yo no te necesito deidad desnuda para que me llenes el pecho de sangre. Yo te quiero así, auténtica, puño poderoso que se levanta ante la injusticia, garganta como peonías solemnes que florecen para decirnos que este mundo que nos rodea también es hermoso cuando los ojos que miran, observan.

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